martes, 16 de marzo de 2010

La revelación

Guy des Cars(1)realizaba una gira dictando conferencias en las más importantes universidades y centros culturales del mundo. Cuando salía del hotel con los minutos contados para cumplir con de una de ellas, un adolescente lo abordó sonriendo cándidamente.
-Señor, si es tan amable, ¿me permite una palabra?
-Tú dirás, jovencito; –el célebre escritor, aun apremiado por el horario, lo atendió con su habitual deferencia.
El chico extrajo del maletín que portaba un abultado manuscrito y comentó: “Es mi primera novela y me gustaría conocer su opinión –ante el gesto negativo, insistió-, para mí su crítica es invalorable, lo considero la máxima autoridad en las Letras, ¡es mi ídolo!” Su tono y actitud eran enérgicos, los impulsada la obcecada convicción del fanático.
-Sucede que debo disertar en instantes en el teatro Universal y al finalizar, sin demora alguna, trasladarme al aeropuerto; lo siento mucho.
-Entiendo, señor, al menos sugiérame el nombre para la obra… -dijo, balbuceante y con el rostro enrojecido el novel autor.
-Podría ser… ¡Hum…! –Des Cars se tomó la barbilla, pensativo-. Dime, en la obra ¿hay bombos… o acaso platillos?
-No, en absoluto… -respondió tímidamente el muchacho.
-¡Ya está! ¡Sin bombos ni platillos! Un título por demás sugestivo, nadie osará objetar “tu originalidad”. Te deseo mucha suerte, colega –dio un rápido abrazo al joven y se marchó.
La actitud de éste y su pasión por las Letras le recordaron a otro muchachito que deambulara años ha, pidiendo su opinión a los ídolos de entonces. ¿Cuánto hacía…?
Quedó alelado, la mirada ausente, en trance. Cuando volvió a la realidad el novelista había desaparecido.
Entrecerró los ojos y pareció mirar hacia su interior… esa breve contemplación introspectiva le enseñó muchas cosas…
¿La fundamental?: cuán simples suelen ser los grandes, los verdaderos colosos, esos que afirman su descollante talla intelectual precisamente en la sencillez. Sonreía beatíficamente disfrutando de tan fascinante revelación. Transportado psíquicamente, bogó al garete en la fibra espiritual del Genio hasta desembarcar en el Sagrado Templo del Saber.
Y allí, sumido en profundo éxtasis, se hincó de hinojos ante el Altar Supremo del Duende Creador.
Ahora era feliz… ¡Conocía el secreto…!


Firmat, Santa Fe, República Argentina. 06-07-2009

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(1) Guy Augustin Marie Jean de Pérusse des Cars, escritor francés (1911 - 1993). Era, ante todo, un novelista de peso. Sus obras –más de cincuenta novelas- fueron traducidas a todos los idiomas y una sola, “Hijas de la alegría” (con el título “Bajo un mismo rostro), fue llevada al cine por Daniel Tinayre, cineasta francés radicado en Argentina. Sus protagonistas: Jorge Barreiro y las gemelas Legrand, Mirtha (que luego se casaría con Tinayre) y Silvia.

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